Meditación para sanar la herida del padre

Meditación para sanar la herida del padre

La “herida del padre” es una realidad silenciosa que atraviesa generaciones, moldeando personalidades, bloqueando caminos y repitiéndose como un eco en las historias familiares. Esta herida puede manifestarse de muchas formas: ausencia, abandono, exigencia excesiva, distancia emocional, rigidez… Y aunque parezca que ya lo has “superado”, el cuerpo, las relaciones o incluso la economía pueden estar contando otra historia.

Meditación:

Cierra los ojos… Inhala profundo… y exhala suave. Una vez más… inhala… y exhala.

Siente tu cuerpo aquí y ahora. Este es un espacio seguro… un momento solo para ti.

Imagina ahora que frente a ti aparece la figura de tu padre… No como el adulto que recuerdas… sino como un hombre. Un hombre con historia, con heridas, con silencios…

Respira y míralo con los ojos del alma. Observa su rostro… su postura… su energía. Quizás te das cuenta de que hay miedo… confusión… cansancio.

Tal vez fue un hombre que no supo amar de otra forma… Tal vez hizo lo que pudo, con lo que tenía…

Ahora, míralo y repite interiormente: “Te veo, papá. Hoy veo al hombre que fuiste… No al rol, no al mito… Al ser humano real, con su luz y su sombra.

Comprendo que tú también fuiste un niño… Y que ese niño, quizás, también necesitó amor, validación, guía… Y no siempre lo recibió.”

Si te nace, puedes colocar la mano sobre tu corazón… Y sentir cómo una energía cálida te envuelve…

Permite que la compasión suavice las rigideces de tu historia…

Ahora, repite: “Papá, yo tomo la vida que me diste. Solo tú podías darme este regalo sagrado.

Lo demás… te lo devuelvo con respeto. Ya no cargo lo que no es mío.”

Si surge tristeza, enojo o ternura… permite que todo tenga lugar. Respira profundo…

Respira… Y repite: “Hoy dejo de buscar en ti lo que no supiste darme. Y elijo dármelo yo, con amor y consciencia.”

Visualiza una luz dorada entre tú y tu padre… Como si algo se alineara… se ordenara… El pasado ya no pesa igual.

Siente ese descanso en el alma…

Y repite:  “Gracias por darme la vida. Hoy honro tu historia… Y elijo vivir la mía.”

Respira…

Vuelve poco a poco al presente… Mueve los dedos de tus manos… de tus pies… Y cuando lo sientas, abre los ojos… Lleva esta paz contigo.

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